La Esmeralda de Jules Perrot, fue presentado por primera vez en Londres en 1844 y dos años más tarde, en San Petersburgo. En 1886, poco más de cuarenta años después, el gran coreógrafo Marius Petipa, lo revivió y enriqueció de manera considerable. Durante el siglo XX, la obra fue remontada por varios coreógrafos quienes “a pedido” le hicieron modificaciones; de cuando en cuando, se hacía una producción cuidadosamente apegada a la versión original, como la puesta actual del Teatro Bolshoi.
Espléndida coreografía y atrayente argumento, remonta a imágenes pintorescas de épocas pasadas y regiones remotas, que despertaban la curiosidad de los románticos. El mérito de esta obra radica en que es esencialmente, el primer ballet urbano en la historia del género;
y por ello sigue cautivando a espectadores hasta nuestros días.
El personaje de Esmeralda, inspirado en la obra literaria Nuestra señora de París de Víctor Hugo, es un homenaje al amor incondicional que Perrot sentía hacia su esposa y bailarina favorita, Carlotta Grisi. El personaje fue creado por el coreógrafo, como la personificación de la feminidad eterna e imagen de la bailarina ideal. La versión de Perrot es una obra maestra del romanticismo, a la que Marius Petipa vino a modernizar, con cuidado especial en no dañar o destruir la fina textura de la coreografía original. Petipa aumentó los elementos dancísticos y disminuyó los de la pantomima, alteró y extendió el estilo de la danza, acercando el ballet al espectáculo.
Coreografía de Vasily Medvedev y Stanislav Fečo, presentado por la Compañía Nacional de Danza de México