Sesión de embarazo de la bailarina del Taller Coreográfico de la UNAM Alia Velasco y su esposo Luis Gohva, se realizó en un bosque en Coyoacán, Ciudad de México.
En el escenario de la vida, una bailarina se alza,
con su gracia y elegancia, su danza nos deslumbra.
Pero esta vez su vientre crece, un tesoro en su interior,
una nueva vida que florece, un amor sin comparación.
Sus pasos ahora son más suaves, con cautela y ternura,
cuidando cada movimiento, con una dulce dulzura.
Sus brazos se abren como alas, protegiendo al pequeño,
mientras su cuerpo sigue danzando, un milagro en su empeño.
Los tutús se adaptan a su figura, realzando su belleza,
un testimonio de fortaleza, en medio de la naturaleza.
Sus compañeros de baile la apoyan, en cada paso que da,
sabiendo que su danza, es un regalo que no se olvidará.
La música la envuelve, acariciando su piel,
mientras sus pies descalzos, se deslizan con placer.
El escenario se ilumina, como un halo de luz,
mientras la bailarina embarazada, nos muestra su virtud.
Sus movimientos transmiten amor, cada gesto tiene significado,
una madre que danza con pasión, en su vientre el amor ha germinado.
La audiencia observa maravillada, con lágrimas en sus ojos,
una vida que se gesta, en medio de giros y despojos.
Y cuando el telón cae, y la función llega a su fin,
la bailarina se retira, con su hijo en su regazo, el mayor tesoro que ha obtenido.
El ballet y la maternidad se entrelazan, en un hermoso abrazo,
una bailarina embarazada, una historia de amor y sacrificio.
Así es la magia del ballet, que trasciende las barreras,
donde una bailarina embarazada, nos enseña que nada es imposible.
Un poema dedicado a todas las mujeres, que en el ballet han encontrado su hogar,
y que nos demuestran que el amor y la pasión, nunca dejan de bailar.